Mi Experiencia de Cruzar Fronteras con Mis Compañeros Peludos
¡Hola chicas! Hoy quiero compartir con ustedes una parte muy especial de mi historia desde que emigré a España desde mi querida Argentina. Ya casi está por cumplirse mi primer año aquí, y durante este tiempo he vivido experiencias que me han llenado de aprendizajes y reflexiones. Pero en esta ocasión, quiero adentrarme en un capítulo particular: mi vivencia con mis adoradas mascotas. Esta historia va más allá de un cambio de país; toca esos momentos en los que tomamos decisiones que involucran a quienes amamos y que nos conectan con la responsabilidad y el amor en su forma más pura.
Cuando decidimos emprender esta aventura en familia, nos sumergimos en la tarea de reorganizar nuestra vida de tres décadas en unas simples maletas/valijas. Pero hubo algo que me llamó poderosamente la atención en medio de este proceso: la pregunta que resonó en mi mente de algunas personas, ¿Qué haremos con nuestras mascotas?. Mientras todos compartíamos la emoción y las incertidumbres, me di cuenta de que la respuesta a esta pregunta no era la misma para todos.
Desde el primer momento, mi respuesta fue clara y firme. Mis mascotas eran, son y serán parte inquebrantable de mi familia. Si nosotros viajábamos, ellos viajaban con nosotros. Puede sonar sencillo, pero esa convicción sorprendió a muchas personas. Algunos me decían que era complicado, que conllevaba gastos importantes, pero para mí no había otra opción. Era una cuestión de valores y de amor.
Mis mascotas no son solo seres que ocupan un espacio en nuestro hogar; son compañía, amor incondicional y respeto. Y aquí entra un punto importante: al tener hijos, vi en esta situación una oportunidad para enseñarles, a través del ejemplo, el significado de cuidar y ser responsables de aquellos que dependen de nosotros.
¿Imagina qué mensaje les transmitiría si dejaba atrás a mis mascotas?, al igual que dejamos atrás muchas pertenencias materiales. Para mí, hubiera sido como decirles que en momentos difíciles es válido abandonar lo que amamos sin luchar. Eso no concuerda con mi visión de vida. Siempre hay alternativas, solo es cuestión de buscarlas, esforzarnos y llevarlas a cabo.
Entiendo que en ocasiones las circunstancias pueden ser desafiantes y quizás no siempre se pueda llevar a cabo lo que deseamos. Sin embargo, esa responsabilidad sigue siendo nuestra. Si la situación no nos permite llevar a nuestras mascotas con nosotros, la responsabilidad también abarca encontrarles un hogar lleno de amor y cuidados.
En el fondo, creo firmemente que nuestra vida actual es la suma de decisiones, tanto las buenas como las malas. No estamos donde estamos por obra del azar, sino por las elecciones que hemos hecho. A veces, caemos en la trampa de creer que alguien más resolverá nuestros problemas o dificultades. Pero aquí está la clave: somos nosotras, y solo nosotras, quienes construimos nuestras vidas. Solo cuando asumimos esa responsabilidad podemos alcanzar nuestro máximo potencial.
Así que, las invito a reflexionar sobre las decisiones que tomamos en cada etapa de nuestras vidas. Recordemos que nuestras elecciones no solo nos afectan a nosotros, sino también a quienes nos rodean y nos aman. En cada desafío y momento de cambio, podemos elegir actuar con amor, responsabilidad y empatía, forjando así un camino lleno de crecimiento y significado.
¿Tuvieron que vivir alguna situación similar? ¿Cómo se sienten con respecto a eso?
P.D: Conmigo vinieron Forky 🐶, Optimus 🐱 y a Robin 🐈.